Reparar, por encima de crear o incluso de transformar, se está convirtiendo en el nuevo reto para muchos arquitectos. El ejercicio obliga a bajar los humos y a ponerse en la piel de otro. Exige, además, conocer el lugar, el terreno, la memoria del edificio y la de su relación con las personas que lo han usado o que lo utilizarán. En Alcañiz (Teruel), dos jóvenes proyectistas han “ocupado” un viejo mercado para darle una nueva vida “reversible” como espacio cívico en el centro del pueblo.
miércoles, 11 de enero de 2012
Arquitectura reparadora
Vale la pena que leais este artículo publicado en El País. Es una obra de un exalumno del máster.
Reparar, por encima de crear o incluso de transformar, se está convirtiendo en el nuevo reto para muchos arquitectos. El ejercicio obliga a bajar los humos y a ponerse en la piel de otro. Exige, además, conocer el lugar, el terreno, la memoria del edificio y la de su relación con las personas que lo han usado o que lo utilizarán. En Alcañiz (Teruel), dos jóvenes proyectistas han “ocupado” un viejo mercado para darle una nueva vida “reversible” como espacio cívico en el centro del pueblo.
El viejo mercado de Alcañíz no ha esquivado esa suerte. Pero sus arquitectos apuntan que “seguirá siendo una prolongación de la plaza mayor, un lugar para el ocio y para la educación de los niños”. Miquel Mariné (Barcelona, 1975) y César Rueda Boné (Alcañiz, 1979) son dos proyectistas de su tiempo. Además de asumir la reparación desde la que van a tener que actuar, tocan todas las escalas del diseño: del grafismo al urbanismo. No en vano, en Alcañiz han firmado el grafismo troquelado del nuevo centro además de una intervención que ocupa, de manera reversible, el antiguo mercado. Su proyecto es una construcción independiente de la estructura existente ideada para hacer posible la convivencia de nuevos usos, como los talleres infantiles o el juego de adultos. Así, los proyectistas han introducido una nueva construcción, -de estructura metálica y cerramientos de maderas de pino blanco, pino de melis o abeto blanco-, que no oculta las características cerchas del mercado pero sí encuentra espacios para programas que precisan salas cerradas en las naves laterales del mercado.
Reparar, por encima de crear o incluso de transformar, se está convirtiendo en el nuevo reto para muchos arquitectos. El ejercicio obliga a bajar los humos y a ponerse en la piel de otro. Exige, además, conocer el lugar, el terreno, la memoria del edificio y la de su relación con las personas que lo han usado o que lo utilizarán. En Alcañiz (Teruel), dos jóvenes proyectistas han “ocupado” un viejo mercado para darle una nueva vida “reversible” como espacio cívico en el centro del pueblo.
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